Tras ver la película Exit to eden (Dos sabuesos en la isla del edén) que comenté por aquí en verano,me entró curiosidad por leer el libro original, Hacia el Edén, de la autora Anne Rice, y eso hice. La versión corta de mi crítica es: decepción y tomadura de pelo. La larga viene ahora.
Imaginemos que alguien escribe un libro sobre viajes espaciales contado por un astronauta. A mí me encanta el tema, así que lo leo. Pero resulta que descubro que al astronauta lo que le gusta es pescar truchas y ni él ni los lectores sabemos por qué demonios se ha metido en algo que no es cualquier tontería ni cualquiera sirve para ello, en definitiva, que se necesitan toneladas de VOCACIÓN.
Pues tres cuartos de lo mismo ocurre en este libro. Se supone que va de un sumiso y una dominante, y por eso lo leí, pero zas, ella no para de desear que el tipo la domine y él solamente piensa en demostrarle lo macho que es. Una auténtica pena. Y lo más indignante del asunto no es que sea una historia acerca de roles invertidos, que cada cual tiene derecho a descubrir lo que le llena y a cambiar de opinión, sino que el mensaje de fondo es que esa combinación de chica obediente y macho que ordena es lo NORMAL. Es que no se trata ni siquiera de describir una bonita historia con trasfondo de amor entre ama y sumiso, no no no, qué va, el tema es que se dejan de tonterías y son una pareja como dios manda, vainilla total pero eso sí, como ya digo, ella es sumisa porque eso es lo socialmente aceptado, en la fecha de su publicación y 30 años más tarde, porque no es el único libro en esa línea. Aunque yo paso ya de hacer publicidad de ningún otro.
Pero es que la cosa no queda ahí, o mejor dicho, hay más de lo mismo en el resto de la historia, porque ya es de traca el asunto del club para am@s y esclav@s. Porque oye, es que tampoco existen las personas dominantes según la señora Rice, es que TODOS son sumisos escondidos. Sí sí sí, veréis. Resulta que cuando fundan el club ese tan guay de miles de hectáreas en plan paraíso terrenal para pasarlo chachi entre am@s y sumis@s, los jefes se plantean si será viable. Por el dinero no se preocupan ya que hay mucho millonario depravado que pagará lo que haga falta por pasar las vacaciones allí, incluso los esclavos pagarían si no fuera porque les pagan a ellos, ya que quedaría raro, poco consensuado y tal. Bueno, pues el mayor problema lo encuentran a la hora de que puedan toparse de frente con algún conocido allí dentro y claro, imaginaos lo terrible que sería que te encontrases con tu vecino y se entere de que te gusta que te azoten, ¡como si él no estuviera ahí por la misma razón!
Inciso. El tema realmente va acerca de clubs sadomasoquistas. Por tanto se trata básicamente de dolor, azotes, masoquismo y... el sadismo entra porque no hay más remedio, pero esa parte parece que se la quedan cuatro actores que andaban por allí, ya que los jefes dan por sentado que TODO el mundo tiene la fantasía de ser azotado, de ahí la preocupación de que te miren raro si coincides con un conocido, pero a la jefa y protagonista (y sumisa en el fondo), se le ocurre la “brillante” idea de que los que pagan serán vistos como amos todos y todas, que se supone está mejor visto, como lo de ser macho alfa, y luego en la intimidad de una mazmorra podrán solicitar los servicios de expertos sumisos adiestrados en el arte de dominar... En serio, que no me lo invento, abajo tenéis el fragmento. No sé qué se tomó la Rice para escribir semejante engendro, pero ahí lo soltó y se quedó tan pancha.
En fin, lo de siempre. Eso de ser Ama o sumiso verdadero va a resultar más infrecuente que ser extraterrestre, tal vez -por volver a lo que dije antes- debería hacerme astronauta a ver si me encuentro al sumiso en otro planeta, porque en este la cosa está complicadita según nos cuentan los autores de best sellers.
Desde que empecé a leer me surgieron dudas de difícil justificación:
¿Por qué lloran tanto los esclavos cuando los llevan hacia el Club? Recibirán 100.000 dólares por estar dos años cumpliendo sus fantasías, así que no entiendo tanto desconsuelo.
¿Por qué ella se pasa a Ama siendo sumisa? Está claro que no me equivoqué en mi teoría del que busca ama-sumisa.
¿Por qué el protagonista es un tipo que busca situaciones límite como hacerse fotógrafo de guerra? Será para hacernos ver que no hay gente normal entre los sumisos...
Uno de los maestros que tiene la protagonista le dice que el sado es una fase para muchos, y de eso va el libro, de recuperar la normalidad (léase patriarcado o sistema vainilla con predominio maledom), no de normalizar las relaciones D/s. O sea que "Hacia el paraíso" no, más bien hacia el infierno de la eterna incomprensión.
El tema de los esclavos ("verdaderos", si es que tal cosa existe...), ya lo traté, y no me interesan para nada.
Uno de los motivos es que, en sentido estricto, un esclavo se somete a cualquiera, como ocurre en el libro, y a mí qué puñetas me va a interesar uno que se arrastra sin importarle ante quién. Y a ellos tampoco les interesan sus amos más allá de que les hagan lo que esperan, como dice el protagonista según podéis leer más abajo.
Aquí van unos fragmentos -en los que buscando mucho hasta hay algún momento medio bueno, como cuando él se siente sumiso mental-, y el resto de mis comentarios intercalados:
De pronto imaginé que la besaba, que lograba someterla con mis besos, y luego le arrancaba la blusa de encaje y botonadura de perlas. No podía imaginarla de otra forma salvo en mis brazos, mientras la besaba con fuerza y la obligaba a abrir la boca. Estupendo. Esto cada vez se pone peor.
(Y que lo digas, chico, peor de lo peor, que se supone que eras sumiso, leñe).
—Queremos que acuda gente famosa, rica, personas que no quieren que nadie se burle de sus deseos masoquistas, del hecho de que les guste que les aten y les azoten. El truco está en crear una situación en la que no se sientan obligados a reconocer que son masoquistas, que el hecho de ser socio de El Club no signifique que lo sean. Los socios que acudan a la isla serán «amos» y «amas», cuyos caprichos serán satisfechos en público y privado por un personal de esclavos masculinos y femeninos perfectamente adiestrados. Serán huéspedes de Kubla Jan en Xanadú, donde podrán gozar contemplando a jóvenes bailarines, y al harén, a menos que deseen retirarse a una habitación privada, insonorizada, y pedir que les enviemos a un esclavo o esclava que sepa hacer ejecutar el papel de «amo» o «ama» con habilidad y elegancia.
Lo FLIPO.
Ella debía de haber entrenado a mil esclavos como yo, y probablemente ninguno de ellos le importase un carajo, del mismo modo que a mí me importaban un carajo los «amos y amas» que me habían adiestrado.
Ajá, si ya sabía yo que así era la cosa... Mientras te calienten la bragueta, lo demás te resbala.
Pero respecto al sexo, el maravilloso ritual sadomasoquista, me importaba bien poco quién lo realizara, sólo que se ejecutara en la forma más estética. Y ahora me sentía ligado mentalmente a ella. Ella se había apoderado de mi mente, de mis pensamientos. Era como si de pronto se hubiera materializado la figura oscura que existía en mi imaginación. Eso no me gustaba nada.
Je je, me recuerda a los sumisos que parecen encontrar lo que buscan (mismamente a mí) y huyen despavoridos...
No puedo soportarlo, pensé, tengo que poseerla ahora mismo. ¿Acaso creía que por el mero hecho de habérmela cepillado iba a evitar que me azotara?
Qué chirriante la actitud de este “esclavo”, puffff.
Una violación sin remordimientos. ¿No deberían experimentar todos los hombres eso una vez en su vida? ¿Su capacidad de utilizar a otro ser humano de esa forma, pero en una situación en que no se produjera ningún daño moral o físico? Era un jueguecito al que habría podido aficionarme con gran facilidad de no haber estado obsesionado con ella. ¿Por qué había elegido Lisa aquel juego? El hecho de darme la oportunidad de dominar al otro no dejaba de ser arriesgado. ¿O acaso lo había hecho adrede, con la idea de que cuanta más confianza adquiriera más dura sería la caída?
Esa parte es de re-traca. Ahí tenemos al protagonista reflexionando antes de entrar en cierto juego ante un público que va a ver quién gana en un combate entre dos esclavos. El ganador es el que consigue violar al otro. Y por supuesto gana él, sacando su lado de macho-man de mil voltios. Lamentable a más no poder.
Cómo se reiría si supiera lo asustada que estaba yo ante la perspectiva de decepcionarlo, de no estar a la altura de sus expectativas. Esa idiotez de que los esclavos sólo existían para complacer a sus amos y amas no era más que eso, una idiotez.
Dios, una idiotez es seguir leyendo este libro visto lo visto, pero todo sea por el blog, ains.
—Tu único deseo es complacerme —le murmuré al oído. Eso era lo que correspondía que dijera su ama. Haz bien tu papel, como si fueran a darte un Oscar—. Dime que eso es lo que deseas. Quiero oírlo.
Desde luego que hay grandes actrices entre las amas no vocacionales. Uf. Arg.
Siempre me he preguntado cómo explicaríamos a los ángeles, los masoquistas que conseguimos salvarnos, que preferimos ser atormentados por un par de demonios. Es decir, si se supone que es el paraíso pero no hay demonios, aquello deberá de ser un infierno.
La historia podría haber tratado del posible conflicto entre amar a alguien y querer dominarlo, pero no va de eso ni remotamente. Por buscarle algún sentido a la historia, más allá del típico final feliz destinado al público generalista en el que la gente rarita se cura de lo suyo, lo único que se me ocurre es que el protagonista se quiere demostrar a sí mismo que es más duro y más macho que nadie por soportar las humillaciones y los azotes. Eso encaja con los masocas puros que intentaron conocerme (sin éxito), los cuales no quieren de una mujer más que palizas y torturas.
Aparte de todo eso, la historia avanza hacia el punto en que ella, aparte de salirle la sumisión por las orejas, piensa que él es demasiado guapo, culto y valioso como para poder ser un esclavo de verdad. O sea... que ella entonces demuestra que se ve como una tonta, fea e inútil, ¿no? Uf, uf y uf.
Hoy por hoy no existe ninguna otra forma de salvar el mundo que no sea crear un escenario ficticio donde poner en práctica simbólicamente nuestros impulsos destructivos. El sexo no va a desaparecer, ni tampoco los impulsos negativos que encierra. De modo que si existiera un club en cada esquina, si existieran un millón de lugares seguros donde la gente pudiera representar sus fantasías, por primitivas o repulsivas que éstas fueran, es posible que el mundo se convirtiera en un lugar muy distinto. Quizá la violencia real acabaría siendo considerada una vulgaridad, una obscenidad.
Interesante teoría, pero no creo que los perturbados de manicomio puedan curarse mediante el bdsm, o que sea una terapia para nada. Una cosa es que alguien enferme por reprimir su sexualidad y otra es darle la vuelta y decir que es el remedio para todos los males del cuerpo y alma.
Lisa yacía con las piernas y los brazos abiertos como si estuviera atada a la cama y no pudiera moverse ni defenderse. Era completamente mía.
“Genial”, todo el libro conduce hacia esto, no es que sea una relación igualitaria, es que encima la supuesta dominante jadea cuando se pone en plan sumisa. “Apañados” vamos l@s pobres lector@s. Por cierto, ella se corre tres veces seguidas en menos de cinco minutos, deberían darle una medalla a esa chica, juas.
Otra de las cosas que me chirrían es que el tal esclavo dice que se acostó con 500 hombres (cifra literal) y que se enamora de la chica porque podía hablar con ella como si fuera un hombre... Esclavos que son dominantes en el fondo, dominantes que son esclavos, bisexuales más bien homo que de repente se vuelven hetero... El libro se podría llamar Sexualidad confusa.
“He traicionado todos los principios en los que creemos”, dice ella cuando se da cuenta de lo que significa sacar al esclavo de la isla sin que nadie lo sepa. Y es que se da cuenta de que ha ocurrido algo TERRIBLE, es que... es que... tachán, se ha e-na-mo-ra-do, y además, con un amor NORMAL.
Ya digo que el libro no es más que el cuento rosa del amor como dios manda y bla bla bla, y poco favor hacen a la sexualidad “alternativa” todos esos autores que meten el bdsm con calzador y cuentan cómo los protagonistas se curan de sus rarezas gracias al amor, como le pasa al señorito Grey y su moza. En cuanto a que eso le ocurra a alguien de carne y hueso (y vuelvo a acordarme de aquel chico supuestamente tan mega sumiso que se casó en menos de un año con una chica vainilla), opino que una de dos, o no eran sumisos o están renunciando a su verdadera naturaleza, y en ambos casos, tienen una falsedad que tira de espaldas. La cabra siempre tira al monte, o sea, que por mucho amor loco (y vainilla) que le entre a alguien, siempre volverá al cabo del tiempo, cuando pase la luna de miel o x años, a pasearse por internet y seguir con sus pajas sobre el tema.
Total, que al final ella entra en shock porque no puede compaginar la idea de ser “rarita” con la de enamorarse, y piensa que su vida antes de él era una mierda: “No puedo creer que una persona que ha hecho las cosas que he hecho yo sea capaz de amar”. ¿Diosss, pero qué se fumó la autora? ¿Y qué se supone que hizo esta mujer? ¿Acaso mató a alguien o qué?
Aparte de todo lo demás, el libro es repetitivo (ella dice que se va a desmayar de la excitación, que lo que siente es demasiado, y lo repite casi cada vez que se revuelca con el esclavo de quita y pon), le sobra en mi opinión la mitad de las páginas, y va en la línea de otros tocho-tostones de la autora como Las brujas de Mayfair.
No destripo el final si cuento que por supuesto acaban casándose, y que ella le dice que haría cualquier cosa por él excepto volver a hacer el papel de Ama. Toma ya. En la parte final hay frases-perla como esta:
Estoy dispuesta a renunciar a todo lo que he conseguido desde que cumplí los dieciocho años. A mi vida, mi carrera, todo. Para casarme contigo, en una ceremonia tradicional, con anillos y jurándonos amor eterno...
Yo no sé cómo no denunciaron por machismo a la Rice, ahí estuve a punto de vomitar. Encima tiene que ser él quien la convenza de no renunciar a su trabajo en el club. Y colorín colorado, el tierno cuento ha acabado.
Qué bien hubiera estado que ella no se hubiese dividido entre Ama y mujer, y que hubiese mostrado toda su vulnerabilidad (se pasa la última mitad del libro llorando de estrés cada cinco minutos) y aún así se hubiera declarado dominante. En fin, me reafirmo en que uno de los motivos por los que decidí escribir mi novela femdom fue porque no veía mi versión de la historia por ninguna parte, y eso que no conocía librejos como este.