No suelo dar detalles íntimos de mi vida femdom en este blog, y es algo que me diferencia de otros blogs de contenido adulto. No me va el exhibicionismo, real o virtual, y en realidad me parece positivo que haya mujeres como yo, que no necesitamos ir de diosas del porno o algo así, para gritar al mundo que somos dominantes, y que no lo somos menos por no tener cuadras de esclavos o por no enseñar carne. Así que espero ser esa especie de portavoz del grupo de Amas que viven el femdom de manera natural y sin necesidad de grandes parafernalias.
Una forma de explicar lo anterior es contar cómo son mis encuentros sexuales con iskandar. Puede parecer una contradicción con lo del no exhibicionismo, jaja, pero todo esto es para dejar claro que no practico sesiones femdom con él, sino que es algo más amplio que eso, y casi opuesto, como voy a comentar. Como inciso, tengo que decir que me parece respetable que la gente haga sesiones o practique el submarinismo, pero a mí me parece frío e impersonal quedar con un desconocido para echar un rato femdom. Y si se trata de una pareja, también me choca que haya momentos de, digamos, paréntesis, en los cuales son Ama y sumiso, cuando el resto del tiempo son una pareja “normal”.
Sin más preámbulo, voy a contar nuestro más reciente encuentro femdom-sexual. Para mí es una redundancia esto que acabo de escribir, porque el sexo en mi caso es siempre femdom, pero bueno, especifico por si algún despistado acaba de llegar al blog. Y no me va el sexo casual, no podría acostarme con alguien que solo se interesa por mí en ese terreno y que deja a un lado a la persona que soy más allá de eso. Pues bien, ese día en concreto hicimos una pequeña escapada de la rutina y nos aislamos del mundo exterior durante muchas horas. Estuvimos comiendo en uno de nuestros sitios favoritos, como solemos hacer otras veces, con o sin paseo. En esta ocasión no hubo paseo porque queríamos aprovechar al máximo otro lugar especial al que volvemos cada vez que podemos, un sitio muy tranquilo donde se puede disfrutar de una cama king size y, tachán, un jacuzzi tamaño doble. Qué mejor forma de empezar a planear travesuras que relajada entre burbujas. Pero antes hay que llenar el jacuzzi, con lo cual esperamos en la cama, y donde aprovechamos el tiempo también, claro. Tanto en ese momento como cuando estamos en cualquier otro sitio, podemos parecer una pareja vainilla, pero hay detalles que nos “delatan”. Yo escojo primero el menú, el me habla de usted siempre, yo decido si habrá besos y abrazos en la cama o si voy directa a atarlo al cabecero, etc. Pero suelo empezar por los besos y abrazos, como si en vez del aftercare le hiciera el pre-care, jaja, para prepararlo para la caña posterior, juas. No, a ver, ya digo que no hacemos sesiones, simplemente nos besamos porque somos pareja. Y, algo muy importante, yo necesito sentir una conexión emocional antes de hacer cualquier cosa femdom, y aunque se da por sentado que eso es así con una pareja, necesito igualmente ese recordatorio antes de entrar en faena. De manera que no se trata de vainillismo, aunque ya las etiquetas importan poco en ese momento, somos dos personas que se quieren y se desean y lo que pasará después será femdom porque somos Ama y sumiso, así de simple.
Pero íbamos por el llenado del jacuzzi, jaja. Para cuando se ha llenado ya estamos sin ropa, así que al agua que nos vamos. Disfrutamos de estar tranquilos, relajados, y no pasa mucho tiempo hasta que nos acercamos y vuelven los abrazos y demás. Un jacuzzi grande da muchas posibilidades, así que puedo meterle un pie en la boca sin problema, por poner un ejemplo. Iskandar a esas alturas está super excitado, y para su sorpresa, y sin premeditacion por mi parte, ocurre algo que no había pasado hasta el momento entre nosotros, después de más de un año y varios meses de relación: le hago una felación. Una vez más tengo que matizar. El sexo oral no es exclusivo de vainillas ni de extraterrestres, pero en femdom tiene otro significado añadido. Cuando le hago un facesitting o me come el coño, por decirlo claro, yo tengo una posición dominante, es como si lo forzase, aunque él lo haga encantado, pero le encanta aún más el hecho de sentir que abuso de él. Pues bien, lo de la felación empezó con una de mis bromas: ahora podría darte un mordisco en esta posición. Y dicho y hecho. Luego le hice una especie de tortura genital con la lengua en el glande y le rocé con los dientes. No entiendo a las mujeres dominantes que no tienen contacto sexual con su sumiso, y tampoco entiendo esos vídeos porno en los que ella azota o lo que sea al sumiso y al final siempre acaba comiéndole el pirulí. Tal como lo veo y lo vivo yo, su cuerpo está para mi disfrute, y además es una forma más de hacer tease and denial. Y en definitiva, me apeteció y punto, que de eso se trata. Tengo que aclarar que a mí en concreto no me excita demasiado el hecho de lamer un pene, no sé por qué, pero es así. Si me excitase, lo haría más a menudo, y me da igual lo que diga el manual del Ama de bdsm. Sin embargo, al pensar que está en mis manos, que soy la dueña de ese pene en ese momento, que él no sabrá si voy a acariciarlo o a darle un pellizco, todo eso es lo que me pone. El poder y el control, y que él obedezca y se entregue, en resumen es eso lo que me excita. Pero ya digo, la felación es algo inusual para mí y cuando cambié de postura le di un bofetón y le dije, ¿no me vas a dar las gracias? Me las dio, por supuesto.
Nos podemos pasar varias horas en el agua, pero cuando ya los dedos parecen uvas pasas nos volvemos a la cama, donde estaremos varias horas más, parando solo para tomar algo. A mí (a nosotros) nos encanta el facesitting, así que es lo que ocurre con más frecuencia en nuestros encuentros íntimos. También nos encanta (hacerlo a mí y recibirlo a él, claro) el bondage, aunque no en plan muy elaborado de perder media hora para hacer un nudo. Como dije, no nos van las parafernalias. A ver, tengo modelitos sexy y a él le encanta el cuero, porque tampoco es que esté reñido ni que tengamos que renunciar a todo eso, pero no son imprescindibles para meternos en la dinámica femdom, esa es la diferencia con una sesión bdsm. Casi siempre le acabo atando las manos, pero ojo, no está todo el rato así porque entonces no podría disfrutar de sus caricias. A veces lo ato con un lazo, o un pañuelo, o lo que me pille a mano, pero nuestras muñequeras favoritas son estas:
Son una maravilla, porque el interior es acolchado y tienen una pinta estupenda, mucho mejor que unas esposas recubiertas de peluche. Se ajustan a la perfección con las hebillas, y tienen esos aros que sirven para enganchar esa cadenita que trae, que sirve para unirlas entre sí y también unirlas por ejemplo al cabecero. Incluso sirven como collar uniéndolas alrededor del cuello. Así que le até las manos al cabecero también esta vez, y estrenamos un antifaz, con lo que quedó, aun más, a mi merced. Cuando me cansé de abusar de él de esa manera, volvimos al jacuzzi otro rato para rematar el relax del día.
Y todo lo anterior, que en mi caso es lo más natural y normal del mundo, apenas lo he visto en ningún rincón de internet, si acaso en el blog de alguna mujer que busca algo parecido y no lo encuentra. No es fácil de encontrar, por supuesto, pero sirva este testimonio para dejar constancia de que no hay nada imposible en esta vida, por complicado que pueda ser. Y espero que se haya entendido más o menos lo que quiero decir con lo de nuestras no-sesiones, porque al dejar atrás el jacuzzi volvimos al coche y seguimos siendo una pareja al tiempo que no dejamos de ser Ama y sumiso.